Religión y Filosofía Por: Pablo Thomasset 05 de julio de 2024

José Gervasio Artigas y "LA CONVERSACION CONSIGO MISMO": Capítulo XII - Parte 5 de 5 - FIN -

"Envié mis mensajeros a todos mis sentidos externos para buscaros, y no los encontré, porque buscaba mal afuera lo que había adentro." - San Agustín de Hipona -

José Gervasio Artigas y "LA CONVERSACIÓN CONSIGO MISMO":  Capítulo XII - Parte 5 de 5

Hay una obra inglesa conocida con el nombre de Caracterichs, que por su rumbo y su plan podría considerarse como una conversación consigo mismo: pero este libro, aunque es hermoso, no merece mejor  acogimiento que los tratados de Marco Aurelio. 

El autor nos da ideas de una Divinidad muda e indolente, que deja errar a los humanos a su gusto; y la conversación interior nos hace ver un Dios siempre tranquilo, pero siempre oficioso.

Si queremos aprender cual es el verdadero comercio con Dios, es preciso recurrir a los escritos de San Agustin. Congréguense todos los filósofos, y sáquese la quinta esencia de sus obras, jamas se hallará en ellos una tan profunda metafísica, y una tan sublime filosofía, como las de este Padre.

Casi todos los principios de Descartes, y de Malebranche, no son otra cosa que unos pequeños arroyos que se desprenden de aquel fecundo manantial.

De aquí es que estos célebres personajes reconocen un Doctor universal en este hombre incomparable. Solo ha habido un autor tan temerario, como ignorante, que se haya atrevido a decir de San Agustín no era filósofo.

Todo su defecto no es otro que haber vivido muchos siglos antes que nosotros, y no haber podido aprovecharse de las experiencias y descubrimientos hechos en estos últimos tiempos. Y en igual caso nosotros mismos en nada somos filósofos, porque nuestros nietos descubrirán seguramente muchas cosas que ahora nos son absolutamente desconocidas.

Pero dejemos estos malos raciocinios, y veamos en San Agustín cómo la conversación con nosotros mismos nos introduce en la conversación con Dios, y cómo ésta nos une íntimamente con él.

"Yo erré por medio del universo" dice este padre hablando con Dios, lo mismo que una oveja que se descarrió. "Yo he trabajado mucho, y no he omitido diligencia alguna hallaros fuera de mi cuando habitabais dentro de mí mismo..."

"He enviado mis sentidos delante de mí como mensajeros y embajadores, con el fin de buscaros, y nada hallaron, porque buscaban importunamente por fuera lo que estaba en los interior (1):

estos sentidos, sin embargo, no saben, ¡oh Dios mio! por donde habéis entrado en mi interior (2).

Los ojos, dicen, si este Dios no tiene color, no ha podido entrar por este camino (3):

los oídos dicen lo mismo que el gusto y el tacto, si no tiene sonido, cuerpo, ni gusto, él no se ha comunicado por nosotros (4)."

EN LATÍN;

(1) Misi nuntios meos omnes sensus exteriores, ut quaererent te, & non inveni, quia malé quaerebam foris quod erat intus.

(2) Et tamem ipsi ubi intraverit nesclunt,

(3) Oculi dicunt, si coloratus non fait, per nos non intravit.

(4) Aures dicunt, si sonitum non facir, pero nos non transibit; gustus dicit, si non sapuit, nec per me introivit.

Continua San Agustín;

"Yo, finalmente, pregunté a la tierra, al mar, a los abismos y a los animales si acaso alguno de estos objetos era mi Dios, y ellos me respondieron, búscalo sobre nosotros, que nosotros no somos tu Dios (1)"

"Me encaminé después al aire, al cielo, á la luna, a las estrellas, y todos me respondieron: "te engañas; nosotros no somos tu Dios (2).

Últimamente, yo dije a todo lo que circunda a mi cuerpo, ¿me asegurareis vosotros que no sois mi Dios? pues referidme al menos alguna cosa de él (3).

Todas las criaturas gritaron entonces con voz esforzada: Dios es el que nos ha hecho (4)"

EN LATIN;

(1) Interrogavi terram si esse Deus meus... interrogavi mare & abyssos, & reptilia quae in his sunt, & responderunt: non samus Deus tuus, quaere supero nos.

(2) Interogavi flabilem aerem, interrogavi coelum, lunam & stellas, neque nos sumus Deus tuus, inquiunt.

(3) Et dixi omnibus his quae circunstant foris carnis meae, dixistis mihi de Deo mwo quod vos non estis, dicite mihi aliquid de illo.

(4) Et clamaverunt omnes voce grandi, ipse fecit nos.

Y después de todas estas investigaciones añade San Agustín: "yo hice regreso dentro de mi propio corazón, yo le sondeé, y me pregunté a mi mismo, quien era yo (1)"

(1) Et redii ad me, & intravi in me, & ajo ad me, tu quis es?

Esta descripción infinitamente superior a toda elocuencia profana, nos demuestra patentemente que nosotros somos las criaturas mas cercanas a Dios, y que hallamos dentro de nosotros mismos respuestas de la Divinidad, que no pueden darnos todas las criaturas. 

Aquí vemos a San Agustín abandonar por último todas investigaciones del universo, y volverse hacia su alma, persuadido de que Dios se hace sentir allí mas vivamente, y con mas eficacia que en todo el conjunto de las demás criaturas.

La conciencia es, sin duda, una escuela interior, mas instructiva sobre este asunto, que todos los colegios del universo, en los que un ridículo uso ha permitido poner en cuestión si Dios existe: ¿an Deus existit?

¿Se habría jamas creído que se reduciría a problema una verdad tan cierta, y tan íntimamente gravada en nuestra alma, aunque esto se baja con buena intención?

¿Quien imaginaria preguntar al mediodía, si era de día entonces?  Proposiciones tan notoriamente conocidas pueden producir infinitas dudas, ademas de que una thesis no hace mas que desflorar los asuntos sin profundizarlos, y se extienden lo mas sobre categorías universales, grados metafísicos, silogismos en baroco, y apenas se dicen algunas palabras de la existencia, de la sabiduría y de la providencia de un Dios. 

¡Eh! ¿porque sobre los años de filosofía no se destina uno entero al único y necesario estudio de la religión? ¿Habrá jamas objeto mas importante?  Los jóvenes de este modo no se dejarían prender en los lazos que por todas partes arman los libertinos y los incrédulos: inmediatamente veríamos desaparecerse los sofistas, y despreciados sus argumentos, pues como lo nota el grande Bossuet; la Religion solo teme ser ignorada.

Pero esto no es estilo, y el mayor numero de las cosas del mundo se hacen por estilo. Se apura la atención de un pobre estudiante sobre términos latinos, y no se la da sino una idea muy ligera de Dios, y del culto que él mismo ha establecido entre nosotros.

Este uso es tan de moda, que todos se admiran al oír que un seglar cita algún pasaje de la Escritura sagrada o santos padres, y al contrario se aplaude al que hacer alarde de haber leído a Epicuro y Espinosa, y se tienen por ridículos a los que hablan de San Basilio o de San Agustín.

Sin embargo, ¿cuantos seglares han sacado de estos manantiales la metafísica y la moral que nos transmitieron?

¿Creeremos después de todas estas reflexiones que habremos conseguido vuelvan sobre si los hombres, y que se les haya caído el cendal que los cegaba?

No sin duda, y aunque no se da prescripción contra nuestra alma, la disipación tiene demasiado predominio sobre los débiles mortales, para que pueda esperarse de ellos el regreso a su propio corazón.

No será poco, si tienen valor para leer este libro hasta el 

- FIN - 

Con este capítulo hemos finalizado de transcribir este impresionante libro. Interesante en su contenido y sobre todo por ser lectura de nuestro prócer José Gervasio Artigas.

Si Artigas ponía en práctica el misticismo cristiano descrito aquí no lo sabemos, sería especular el decir que si o que no. 

Si nos parece que valió la pena el extenso trabajo en estos 50 capítulos, ya que en mundo 100% digital en que estamos entrando, los libros papel o los libros escaneados, desaparecen en la práctica, al no estar indexadas sus palabras, sus frases o  pensamientos, en los motores de búsqueda como el actual buscador Google, o las nuevas I.A. (Inteligencias Artificiales).

* * *

"LA CONVERSACIÓN CONSIGO MISMO" por el Marques Caracciolo (1719-1802),

"La conversation avec soi-même" escrito en 1753,  "Conversations with Myself" 
Traducida del francés al castellano por Don Francisco Mariano Nifo, MADRID, AÑO DE 1817,

DESCARGA DEL LIBRO:  https://archive.org/download/la-conversacion-consigo-mismo-marques-de-caracciolo/46641_LaConversacionConsigoMismox_compressed.pdf

José Gervasio Artigas poseyó esta edición española publicada en Madrid en 1817, en su 11ª impresión, realizada en la imprenta de Francisco de la Parte. Diaria lectura de Artigas, nuestro prócer, en su exilio en el Paraguay en la Quinta de Ibiray.

 

 

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