Religión y Filosofía Fray Jerónimo de Ferrara 28 de abril de 2023

"UN DEVOTO HACIMIENTO DE GRACIAS"

UN DEVOTO HACIMIENTO DE GRACIAS

POR LOS BENEFICIOS DIVINOS, Y SEÑALADAMENTE POR EL BENEFICIO DEL LLAMAMIENTO

Amete yo, Señor, fortaleza mía, ámete yo, virtud de mi ánima, y ámete siempre, alegría inefable de mi corazón.

Viva ya, no para mí, sino para Tí toda mi vida, la cual, después de perdida por mi gran miseria, fué resucitada por tu gran misericordia.

Gracias a Tí, luz mía, porque me alumbraste; gracias a Tí, Dios de mi corazón, porque me heriste con tu amor. 

Tarde te temí, majestad infinita; tarde te conocí, hermosura tan antigua; tarde te amé, bondad sempiterna.

* * *

Buscábate yo, descanso mío, y no te hallaba, porque no te sabía buscar.

Buscábate en estas cosas exteriores, y Tú moras en las interiores.

Rodeaba todos los barrios y plaza del mundo, y en ninguna cosa hallaba el descanso que buscaba; porque buscaba fuera de mí lo que estaba dentro de mí. 

Pregunté a la tierra si por ventura era ella mi Dios, y respondióme:  Búscale sobre mí, porque no soy yo tu Dios.

Pregunté al aire y al fuego si sois vosotros mi Dios, y respondiéronme: Levántate sobre nosotros, porque no somos tu Dios. 

Pregunté al sol y a la luna y a las estrellas si sois vosotros mi Dios, y respondiéronme; Levántate sobre nosotros, que no somos tu Dios.

Pregunté a todas las criaturas, y respondiéronme a grandes voces; El que a todas nos hizo de nada, ése es tu verdadero Dios y Señor. 

¿Dónde está mi Dios? Respondedme.

¿Dónde lo buscaré? Mostrádmelo.

En todo lugar está tu Dios, búscalo dentro de tí. El cielo hinche y la tierra, y también hinche tu corazón.

* * *

Volviendo, pues, a mi corazón, comencé a decir a mi Díos: ¿Cómo pudiste entrar aquí, Señor, Dios mío?

¿Por qué puerta entraste, dulce amor mío? Pregunté a los ojos, y respondiéronme: Si no tenía color, no pudo entrar por nosotros. 

Pregunté a los oídos, y respondiéronme: Si no hizo sonido, no pudo entrar por nosotros.

Pregunté a los otros sentidos, y respondiéronme: Si no tuvo alguna cosa que se pudiese sentir, no pudo entrar por nosotros. 

De manera que tú, Señor, estabas adentro y los sentidos no lo sabían; porque aunque entraste en el ánima, no entraste por las puertas de los sentidos. Porque tu luz resplandece sin que se reciba en lugares, y tu voz suena sin que el aire se la lleve, y tu sabor deleita donde el paladar no obra, y tu olor suavísimo recrea donde los vientos no corren, y tus brazos tocan a donde nadie para siempre los puede quitar.

* * *

Pues ¿Quién eres Tú, Dios mío?

¿Adónde estás, amor de mi ánima?

¿Adónde estás, refrigerio mío?

¿Adónde estás, consuelo mío?

¿Adónde estás, luz mía?

¿Adónde estás, esperanza mía?

Pregúntele, y respondióme: Sube a lo más alto de tu corazón, y ahí hallarás a Dios. 

Verdaderamente Tú eres grande, Dios que vences toda nuestra sabiduría. 

Tú sólo eres poderoso y verdaderamente bienaventurado, Tú eres Rey de los reyes y Señor de los señores, Tú solo eres inmortal y moras en una luz inaccesible, la cual ningún hombre vió ni puede ver jamás. 

Muchas cosas decimos de Tí, mas siempre nos faltan palabras, porque excedes todo lo que se puede decir y todo lo que se puede pensar. Este es, pues, mi Dios y mi Criador, el cual por su sola bondad y nobleza crió todas las cosas, y por sola ella las gobierna, sin tener de ellas necesidad.

* * *

Amásteme, único amor y Señor mío, amásteme antes que yo te amase. Criásteme a tu imagen y semejanza, y dísteme señoría sobre todas tus criaturas. 

A los mismos ángeles del cielo diputaste para mi guarda y les mandaste que me trajesen en las palmas, para que no tropezasen en las palmas, para que no tropezasen mis pies en el camino. No permitiste que naciese en tierras de infieles, sino de fieles, donde espíritu y agua fuese lavado y santificado.

No me diste riquezas ni pobreza para que me ensoberbeciese o te blasfemase, sino dísteme entendimiento y sabiduría para que te conociese y amase. Llamásteme cuando más perdido estaba, y tocaste a mi pueta, aunque no te respondía. 

Vivía confiado de mí mismo y de mis propias fuerzas, que ni eran fuerzas sino flaqueza. Quería correr y desfallecía: y así donde pensaba que estaba más seguro, ahi me hallaba más caído. 

Aléjeme de Ti como el hijo pródigo, y fuime a una región muy apartada, donde amé la vanidad y me hice vano con ella. Era ciego, y amaba la ceguedad; era siervo, y holgábame con la servidumbre; estaba preso, y no hacía caso mis cadenas; tenía lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo: finalmente, siendo en todo miserable, no entendía mi miseria.

* * *

Andando de esta manera perdido, inclinaste tus ojos piadosos sobre mí; y estando yo pecando contra Tí, me visitaste estando caído, me levantaste estando ciego, me alumbraste estando lleno de tantas ignorancias, me enseñaste estando vendido y entregado a mis enemigos, inclinaste los cielos y descendiste a remediarme, y tanto deseaste mi remedio que diste por él tu sangre. 

Amásteme, Señor, más que a tu vida, pues quisiste morir por mí. De esta manera y por tan caro precio me libraste del destierro, y me redimiste del tormento, y me llamaste por mi nombre, y me señalaste con tu sangre, para que tu memoria estuviese siempre en mí y nunca se apartase de mi corazón el que por mí no se apartó de la cruz.

* * *

Conózcate, pues, yo, Señor, conocedor mío; conózcate yo, virtud de mi ánima; véate yo, lumbre de mis ojos; vea yo a  Tí, gozo de mi espíritu; véate yo, alegría de mi corazón. 

Porque quienquiera que te conoce, luego a la hora ama a Tí, y se olvida de sí, y huye de sí para venir a Tí. Quita, pues, Señor, las tinieblas de mi corazón, para que mi memoria se goce acordándose de Tí y de tus grandes beneficios, y mi flaco y vil entendimiento, viendo tus grandísimas y abundantísimas mercedes, se levante contemplando en Tí, y mi voluntad se encienda amando a Tí. 

Bueno es a mí llegarme a mi Dios y poner en El mi esperanza. Porque cuando Tí no me allego, luego en las cosas transitorias me derramo, y con vanos pensamientos y palabras me distraigo.

Pues, ¡oh pobre y miserable de mí!  ¿Cuándo de tal manera me allegaré a Tí que no peque ya más contra Tí?  ¿Cuándo mis aviesos y torcimientos se conformarán con la regla de tu igualdad?

Tú, Señor, amas la soledad, yo la compañía;

Tú el silencio, yo la parlería;

Tú la verdad, yo la vanidad;

Tú la limpieza, yo la suciedad.

* *  *

Ruégore, pues, Señor, por Tí mismo, quieras alumbrar mis ojos con tu luz, y herir mi corazón con tu amor, y enderezar mis paso por tus caminos, de tal manera que nunca me aparte de ellos.

Libra, Señor, al cautivo, recoge en tus llagas al derramado, levanta del suelo al caído, y vuelve a rehacer al que por tantas partes está quebrado. Dame corazón que siempre en ti piense, y memoria que de Tí nunca se olvide, y entendimiento que siempre te contemple, y voluntad que siempre te ame. 

No te apartes de mi corazón, y de mi boca, y de mis obras, para que siempre seas en mi ayuda. Allégate a mí, porque sin Tí muero; allégate a mí, porque acordándome de Tí resucite. Tu olor suavísimo me recrea, tu memoria me sana, tu luz me da vida, y tu voz me regala; mas entonces será harta mi ánima, cuando apareciere y se revelare tu gloria.

Fray Jerónimo de Ferrara, CIRCA 1500

FUENTE: 

"IMITACION DE CRISTO", M. Aguilar Editor, Madrid, 14 de marzo de 1944