Política Herman Vespa 19 de julio de 2024

La columna de Herman Vespa

Diálogo imprescindible, pero de muy inciertas probabilidades 
         
Desde la propia presidencia del Frente Amplio ha surgido la especie de que dicha fuerza política no estaría dispuesta a que su fórmula presidencial, confrontara con los candidatos de la coalición gobernante. Es decir, lisa y llanamente, la negativa a debatir públicamente, lo cual no es saludable y menos aún tener algún esbozo de justificación. La Democracia a que tanto se alude no parece tenerse en demasiada consideración, cuando se plantea una casi rotunda negativa a explicitar ideas. Planes de gobierno, y lo que ellos ameritan para el País, y consecuentemente para su gente. En última instancia receptora inevitable de las consecuencias que los mismos generan. Sean ellas positivas o también posean elementos que hacen a su negatividad. Lógicamente ante esa toma de posición del conglomerado izquierdista, si nos atenemos a los conceptos vertidos por su propio presidente Fernando Pereira. Que digamos hace uso reiterado de micrófonos, puestos a disposición por periodistas que difícilmente puedan evitar ser tildados de absolutamente parciales. Lo cual implica , salvo para quienes profesan sus mismas concepciones ideológicas, falta de credibilidad y naturalmente de la imparcialidad imprescindible para ejercer profesión de tal predicamento. De tanta influencia generalizada. Al margen de las anteriores disgreciones, lo que resulta sumamente claro es la nula voluntad de la fuerza de izquierda de proceder a un debate, reiteramos, tradicionalmente llevado a cabo por todos y cada uno de los partidos políticos en pugna. Que por cierto enriquecen a la propia Democracia, fortaleciéndola grandemente. Además de hacerlos de pública aceptación., al extremo de considerarse imprescindibles. Pues resultan el medio más adecuado para que el votante en ciernes, obtenga sus personales conclusiones, a través de los insumos que los enunciados originan.

Por otra parte negarse a ejercitar tan elemental acto, como lo es sin duda el hecho de debatir puede suponer connotaciones de diversa índole. Pero la que surge inmediatamente, la que la ciudadanía imagina al instante es la del temor, lo que ciertamente se corresponde con la carencia de argumentos para concretar dicho evento. Que fuera de toda elucubración hace a cualquier País que se precie de democrático, sobre todo en el nuestro dónde valor semejante le es inherente. A su tradición político partidaria histórica y tradicional. Que ciertas impensadas posturas parecerían no reconocer. Lógicamente que escenario semejante, sumamente posibles sugerido por declaraciones insistimos, del propio Sr, Pereira , establece desde ya una verdad irrefutable que conlleva postura hasta ahora desconocida. Que implica una toma de posición seguramente, a partir de hacerse conocida, absolutamente rechazada. Incluso nos atrevemos a decirlo, dese las propias filas del proponente.

El País no está acostumbrado a que los candidatos a investidura de tal magnitud, pequen de temerosos al menos, al momento de omitir la superior posibilidad de debatir. Actitud como la enunciada, de prosperar, supone un escenario futuro absolutamente ríspido y confrontativo. Está claro que a partir de lo anteriormente explicitado además , las perspectivas de un gran diálogo nacional que implique a todo el espectro  político , no sólo no parece viable, sino altamente probable jamás pueda efectivizarse. Un diálogo que el País requiere imperiosamente, sobre temas que debieran ser políticas de Estado, antes que proyectos partidarios. Siempre exclusivos, sectarios casi y planteados desde ópticas legítimas y entendibles, pero claramente parcializados. Que por esa misma razón están originados en la oposición férrea e infranqueable de ciertos actores políticos, que aún no han entendido que el País es uno solo. Y que su futuro se debiera pergeñar entre todos quienes profesan similar culto por la tierra de su nacencia. Y ese gran diálogo político nacional, requerido incluso desde el propio Frente Amplio, pero que al momento de implementarlo precisamente, pretende sus planteos sean asumidos y aprobados por la totalidad del espectro político.

A sabiendas de la imposibilidad que ello suceda, se torne imposible de aceptar, porque si de diálogo se trata es imprescindible establecer bases previas que contemplen a todos los participantes. A todas las ideas  igualmente planteadas en función de ellos es necesario sean consensuadas, para contemplar así todas las posiciones en juego. Y sobre todo al País, a toda su población. Que expectante aguarda que de una buena vez ese tantas veces proyectado diálogo nacional se haga realidad. Se efectivice definitivamente y pueda el Uruguay todo ser testigo privilegiado de la concordancia patriótica de todo su espectro político, en temas inherentes a  superiores políticas de Estado. Imprescindibles, que hacen a su existencia como Nación., y a la idiosincrasia de sus habitantes, en Libertad y Democracia. Con respeto, tolerancia, pero sobre todo con enriquecedores diálogos, propios de los hombres y mujeres cuyas visiones observan un futuro de prosperidad que pueda ser disfrutado por todos y cada uno de los compatriotas.

La esperanza sigue alentando el espíritu y ella se hace carne en el ser nacional ,que aguarda de todas las fuerzas políticas un acto de grandeza generalizado, único e histórico. A pesar de los dichos del Sr, Pereira.  

            
Herman Vespa.