Religión y Filosofía A. C. Hualde 24 de agosto de 2023

LA CONFIRMACION: CATEQUESIS N° 7, LA CONFIRMACION UN SI CONSCIENTE Y MADURO A CRISTO

OBJETIVOS

Según nos vamos adentrando en el estudio de la Confirmación vamos descubriendo lo que significa confirmarse y los compromisos que esto conlleva. Esta catequesis quiere hacernos caer en la cuenta de que la Confirmación es el sacramento de la plena incorporación a Cristo y a su Iglesia. Por consiguiente, ser cristiano es sinónimo de ser profeta y Apóstol en el pueblo de Jesús. Y esto conlleva profundos compromisos.

1.- LA CONFIRMACION SACRAMENTO PASCUAL

El Sacramento de la Confirmación conserva todo el sabor de las cosas y los frutos maduros de Pentecostés judío. En el lenguaje cristiano volvemos a revivir el calor y alborozo de la fecha pascual en la que el Espíritu se manifestó. Para los cristianos confirmación es sinónimo de Pentecostés, porque este fue el día en que el Señor actuó con su pueblo. En el día de la confirmación recibe el bautizado de manera especial el Espíritu que Cristo prometió a su Iglesia.

"Por el sacramento de la confirmación los renacidos en el bautismo reciben el don inefable del Espíritu Santo mismo, por el cual son enriquecidos con una fuerza especial y marcados por el carácter del mismo sacramento. quedan vinculados más perfectamente a la Iglesia, mientras son más estrictamente obligados a difundir y a defender con la palabra y las obras la propia fe, como auténticos testigos de Cristo" (Const. Apost. Divinae consortium naturae de Pablo VI).

El Sacramento de la Confirmación, como acción que es de Dios, quiere llevarnos a vivir lo que los símbolos y los ritos significan. Lo mismo que el Señor conducía a su pueblo en las repetidas intervenciones de la historia sagrada, así repite hoy su acción en medio de su pueblo. 

Los sacramentos se convierten en portadores quedamos incorporados a Cristo y vinculados a su Cuerpo que es la Iglesia. Cuando nos alejamos de Dios  nos acogen con sus signos.

En los momentos de debilidad son nuestra fuerza, y en nuestro diario peregrinar son luz en nuestros pasos, símbolo del verdadero  sol del mundo, Cristo resucitado. Igualmente son signos claros de la alianza pactada entre Dios y su pueblo.

Por deseo de Cristo, es el Espíritu el que dará a su Iglesia la paz y el amor conquistados por Cristo en su Pascua. Consciente de esta realidad la Iglesia ora así en su liturgia: "Envía tu Espíritu, con vistas a una nueva creación y se renovará la faz de la tierra".

El nuevo rito ha respetado la unidad de este misterio pascual en la perspectiva de los sacramentos de iniciación cristiana, enfatizando su eficacia de la Iglesia.

"Decir Sí a Cristo,

es igualmente decir sí a todo aquello

a lo cual El dijo Sí:

Si al amor, a la justicia,

a la opción por los pobres y marginados,

a la lucha contra todo egoísmo y esclavitud,

a la verdad, al servicio y a la entrega.."

D. Borobio

Dentro de este gran sacramento de iniciación, la confirmación es como un generador de energía que hace circular la gracia del Espíritu, por el cuerpo del cristiano y lo impulsa a hacerla presente en su comunidad. Movidos por el resorte de este sacramento pascual, los cristiano nos hacemos fuertes, nos sentimos hermanos, nos convertimos en Iglesia.

2.- EL SACRAMENTO DE LA PLENA INCORPORACION A CRISTO Y DE LA VINCULACION A SU IGLESIA

Uno de los aportes más enriquecedores del Nuevo Ritual ha sido el de colocar la confirmación en el punto exacto que le corresponde, es decir, entre el bautismo y la Eucarística. Sería de lamentar en la actual pastoral un desenfoque de esta realidad y seguir impartiendo al pueblo conceptos sobre este sacramento que tarde o temprano deberán de abandonar, por no ser teológicos ni de acuerdo a la Revelación.

Aun cuando es cierto que no existe un texto bíblico preciso que señale la fórmula con la que fue instituido el sacramento de la confirmación, y a pesar de las dificultades y discusiones surgidas en torno al sacramento, así y todo se ha completado un milenio en el que se celebra el sacramento de la confirmación después del bautismo.

Lo que de momento me preocupa es el destacar este doble objetivo del sacramento: el de la plena incorporación a Cristo y el de nuestra vinculación a su Iglesia.

Es el mismo Jesús quien envió desde el Padre al Espíritu Santo, para hacernos testigos de su Pascua. Fue en el sacramento pascual de la confirmación, cuando recibimos de manera especial el Espíritu, "por el cual somos enriquecidos de una fuerza especial y marcados por el carácter del mismo sacramento". "Por esta donación del Espíritu Santo, los fieles se configuran más perfectamente con Cristo, y se fortalecen con su poder, para dar testimonio de Cristo y edificar su cuerpo en la fe y en la caridad"  (Ritual N°1)

La metáfora de la vid y los sarmientos se hace realidad en el sacramento. Por el bautismo comenzamos a ser ramos del tronco que es Cristo. Del modo como los ramos reciben la savia del tronco, así en el bautismo comenzamos a degustar la vida de Cristo.

En la confirmación quedamos más íntimamente incorporados al tronco. Empezamos a producir frutos maduros de las obras de caridad. Y es el momento en el que todos los hombres tienen derecho a exigirnos los frutos de las buenas obras. Porque tampoco vivimos solos en la Iglesia. Tenemos una vinculación estrecha con los demás sarmientos que componen la vid. Y ellos nos debemos por igual. 

La confirmación "nos vincula más perfectamente  a la Iglesia, mientras somos más estrictamente obligados a difundir y a defender con la palabra y las obras, la propia fe, como auténticos testigos de Cristo" (Constitución Apostólica de Pablo VI).

Una cosa es cierta. Cristo nos ha elegido de la humanidad, para que proclamemos su reino entre los hombres. Y el proceso que siguió fue "llamó a los que El quiso".

Los eligió del seno de la comunidad de discípulos (Lc 6,13).

Este es el mismo proceso que el Espíritu utiliza hoy. Convoca la comunidad, a la que pertenecen todos los creyentes con Pedro se prolonga la implantación del amor de la comunidad del cielo en la Iglesia de la tierra. Los confirmados se convierten en testigos del Espíritu y de Cristo en su Iglesia.

3. TARJETA DE IDENTIDAD DEL CRISTIANO

El sacramento del Espíritu Santo completa y fortifica el injerto en Cristo. Nos hace apóstoles y profetas del pueblo de la Nueva Alianza.

¿Qué significa ser profeta?

Es sinónimo de hombre de Dios. Un predicador portavoz de la palabra de Dios. En la primitiva Iglesia tenían  la misión de edificar a los hermanos de la Iglesia, Cuerpo de Cristo.

Son quienes recibían revelaciones del Espíritu Santo, revelaciones de misterios divinos, de misterios ocultos y de cosas futuras. Normalmente hablan en lenguaje inteligible para todos, con "edificación", exhortación y consuelo" (1 Co 14,3).

El profeta por excelencia es Cristo. Guiado por el Espíritu habló en nombre de Dios. Vivía lo que predicaba y testimoniaba  con su vida cuanto afirmaba. La misión de todo profeta es anunciar la Palabra y denunciar las injusticias. Y esto atrae siempre enemigos, porque no siempre caen bien las verdades a los que escuchan. 

Por eso Cristo fue, desde el comienzo, un signo de contradicción. Simeón, en efecto, profetizó de Cristo: "Este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán" (Lc 2, 34).

El fin de Cristo fue el madero. Y él garantizó esta suerte y paradero a sus seguidores si siguen al pie de la letra sus palabras: "los perseguirán y serán encarcelados por causa de mi nombre". Si la justicia de los hombres no se ha cebado en nosotros es porque estamos demasiado acomodados al sistema de vida sin riesgos y sin cruz. 

El distintivo de los seguidores fieles de Cristo, es el que Cristo trazó, y no hay otro camino para quien quiere ser fiel a su misión de profeta. Porque la verdad es que, ser profeta no es nada fácil. Para poder presentar ante la tribuna abierta los valores y antivalores de nuestro mundo, se precisa ser un hombre fuera de serie. Y este tipo de hombres no surgen todos los días.

Apóstol es el enviado: Y enviado de un modo peculiar, con autoridad. Representa a quien lo envío, jurídica y personalmente. Esto es el lenguaje bíblico. Y en este lenguaje lo entendió Jesús al constituir apóstoles a los doce.

Al enviarlos como sus representantes les dice: "El que a vosotros recibe, a mi me recibe, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me ha enviado" (Me 10, 40). Más adelante les anuncia unos poderes definitivos, sin limitación de tiempo y espacio, oferta que cumplió después de resucitado. El mundo todo queda a su cuidado y pastoreo.

El oficio de apóstol continuó, ya no con este nombre específico, propio de los doce. Pero sí con las funciones que ellos transmitieron de poder representar a Cristo. Todo bautizado y todo cristiano marcado por el Espíritu tiene la misión de testificar ante la comunidad de naciones y en su comunidad local esta misión que ha recibido de Cristo, al ser enviado por el gesto de sus sucesores.

En nuestro lenguaje, ser apóstol es continuar la Iglesia de Jesús. Es pensar y querer con el corazón de todos. Es volver al verdadero significado que entraña. Con el afán de nuestro mundo de acuñar palabras bellas, hemos caído en el abuso de llamar apóstoles a cualquier líder social o político.

El vocablo apóstol es sinónimo de hombre de Dios. Alguien que realiza en la tierra algo más que una propaganda. Es un profeta que habla con seguridad y fuerza, que afirma sin ambigüedades, que no vacila en su marcha, que se intimida ante las amenazas físicas no antes los golpes y malos tratos. Hombre de una sola palabra. Eco fiel de ese Dios al que representa. Santificado en la verdad y revestido de su fuerza, virtudes todas estas que lo hacen hombre de palabra poderosa e irresistible.

Para ocupar este puesto no se precisa ninguna preparación especial. Basta haber sentido la llamada de Dios a vivir en su pueblo y haberse comprometido seriamente a vivido en la propia vida y en el testimonio como cristiano.

Cualquier tarea, la más insignificante que realiza un cristiano con espíritu de apóstol, es ante los ojos de Dios de mérito incalculable. No olvides que una mujer del pueblo, ha merecido el honor de ser la Reina de los Apóstoles.

ACTIVIDADES

Frases para reflexionar

¿Qué juicio de valor te merecen estas expresiones de Juan Pablo II a los jóvenes de Costa Rica?

Comentario en grupo;

"Mis queridos amigos: 

Sé por mi experiencia como profesor universitario, que os gustan los símbolos concretos. Es muy sencilla la síntesis-programada de cuanto es he dicho. Se encuentra en un "NO" y en un "SI".

No al egoísmo;

No a la injusticia;

No al placer sin reglas morales;

No a la desesperanza;

No al odio y a la violencia;

No a los caminos sin Dios;

No a la irresponsabilidad y a la mediocridad.

Si a Dios, a Jesucristo y a la Iglesia.

Si a la fe y al compromiso que ella encierra;

Si al respeto de la dignidad, de la libertad y de los derechos de las personas;

Si al esfuerzo por elevar al hombre y llevarlo hasta Dios;

Si a la justicia, al amor a la paz;

Si a la solidaridad con todos, especialmente con los más necesitados;

Si a la esperanza;

Si a vuestro deber de construir una sociedad mejor".

"El futuro de América Central está en vuestras manos: lo está ya en parte. Procurad ser dignos de tamaña responsabilidad. Que Cristo os inspire con su palabra y ejemplo. Acogedlos con generosidad, con entusiasmo y ponedlos en práctica".

Antonio C. Hualde, "La Confirmación", Sacramentos del Espíritu, 15 Catequesis Juveniles. Colombia, 1984


IMAGEN: LA INSPIRACION PROFETICA del libro "HISTORIA SAGRADA", Daniel Rops, 1955, https://archive.org/download/historia-sagrada-daniel-rops-1955/HISTORIA%20SAGRADA%20Daniel%20Rops%201955.pdf

Los profetas eran directamente inspirados por Dios. Esta noción es la que nos ha mostrado Thierry Boots al presentar al Ángel del Señor hablando a Elías, dormido en el desierto.

Detalle del cuadro titulado "La Cena" (1464-1468) que se halla en la iglesia de San Pedro de Louvain.