LA "Natividad Cristiana". PARTE 5: ¿EN QUE FECHA NACIO JESUS?

Religión y Filosofía30 de diciembre de 2024Pablo ThomassetPablo Thomasset
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¿Se puede asignar a este acontecimiento un lugar preciso en el tiempo, una fecha, en que la Historia toma esa palabra?

Hemos de reconocer aquí nuestra ignorancia, pues esa fecha, tan importante, ya que, según las costumbres de Occidente, todas las demás dependen de ella, es una de las más sometidas a conjetura.

Si el nacimiento de Jesús sirve hoy de punto de partida a nuestra Era, lo debemos a un monje escita, Dionisio el Exiguo, Dyonisius Exiguus, que vivió en Roma en el siglo vi.

Basándose en el célebre texto en que San Lucas establece el momento de la predicación del Bautista aduciendo seis coincidencias. Dionisio razonó así: Juan empezó a predicar en el año 15 de Tiberio, y el ministerio de Jesús inicióse un año después.

Ahora bien, como San Lucas (III, 23) nos enseña que Jesús «cuando su bautismo tenía unos treinta años», con sólo retroceder treinta años con relación al año 15 de Tiberio, un sencillo cálculo le llevó al año 754 de la Era romana (año 754 desde la legendaría fundación de la Ciudad); y ésa es la fecha que adoptó.

Pero como no tuvo ningún medio para fijar la fecha de la muerte de Herodes, ni la del empadronamiento, el excelente monje admitió que esos dos acontecimientos eran anteriores al año 754 y a ello se atuvo.

Scriptorium

Las cosas no son tan sencillas. Ante todo, ya vimos que hay que admitir verosímilmente que el «año décimoquinto» de Tiberio se sitúa no con relación a la muerte de Augusto, sino con relación a la asociación al trono de su heredero.!

Además, la fórmula «tenía unos treinta años» no da una indicación muy precisa sobre la edad de Cristo, sobre todo si se piensa que requiriéndose la treintena, por la costumbre judía, para entrar en la vida pública, el Evangelista pudo muy bien querer señalar sólo que Cristo tenía la edad legal, que no era ya un jovenzuelo.

Si se admite que el bautismo se realizó en enero del 28, Jesús, de «unos treinta años de edad», habría nacido, pues, por lo menos, dos o tres años antes del primero de nuestra Era.

Pero hay bastante más. Efectivamente, se encuentran en el Evangelio otros informes cronológicos.

Según San Mateo (II, 1), Jesús nació «en los días del rey Herodes», lo que confirma San Lucas a propósito del Bautista (I, 5) y de la anunciación a María (I, 26), y repite el mismo San Mateo, de otro modo, a propósito de la visita de los Magos (II, 3) y de la huída a Egipto (II, 19, 22).

Pero sabemos por Josefo que Herodes murió en el año 4 de nuestra Era, y esa fecha incluso está controlada por un eclipse de luna, que el historiador judío nos dice que hubo poco antes de la muerte del poderoso, y que la astronomía sitúa en el 12 de marzo del año 4 antes de J. C.

Como también se sabe que Herodes pasó los últimos meses de su existencia en los baños de Callirhoé y luego en Jericó, y como los Magos lo encontraron en Jerusalén, hay que referir su visita por lo menos al año 5 antes de J. C. y, verosímilmente, al ano 6 el nacimiento de Jesús.

En San Lucas (II, 1, 2) figura otro dato cronológico; se refiere al empadronamiento que obligó a José y a María a dirigirse a Belén. Este empadronamiento que el Evangelio coloca «siendo Quirinio Propretor de Siria» ha provocado numerosas discusiones.

La Historia reconoce perfectamente a este Publio Sulpicio Quirinio, senador, antišuo cónsul y antiguo combatiente en África, que fué, en efecto, legado imperial en Siria; fué el mismo que, encargado de vigilar a Tiberio, entonces desterrado, más o menos voluntariamente, en Rodas, entendióse tan bien con él, que el futuro Emperador convirtióse en su amigo; y también el mismo de quien relata Tácito el escandaloso proceso que sostuvo contra su mujer Emilia Lépida, a quien había repudiado.

Desgraciadamente, ningún autor profano refiere ese empadronamiento general «de todo el orbe». Quizá no tenga eso nada de sorprendente, pues Dion Casio, el único biógrafo que escribió una vida detallada de Augusto, no nos es conocido, para ese período, sino fragmentariamente; Tácito empieza sus Anales en el reinado de Tiberio; y Suetonio y Josefo no están completos.

La célebre inscripción de Augusto en Ancyra (Ankara) menciona tres empadronamientos ordenados por él; uno en 726 (28 a. de J. C.), otro en 746 (8 a. de J. C.), y el tercero en 767 (14 d. de J. C.).

María y José (derecha) se registran para el censo ante el gobernador sirio Quirinio. Mosaico bizantino, 1315 D.C.  Maestro de la Iglesia del Santo Salvador en Chora, Estambul

¿Se referían esos empadronamientos a todos los habitantes del Imperio o sólo a los ciudadanos romanos?

Discútese sobre ello. Y si se trata del segundo empadronamiento, hay que plantear entonces la cuestión de Quirinio: ¿pudo proceder éste al empadronamiento del año 8 antes de J. C.?

De Quirinio sabemos seguras dos cosas: que fué dos veces Legado y que una de sus legaciones tuvo lugar a partir del año 6 después de J. C. Queda por saber si la otra fué anterior a esa fecha, si se la puede situar, por ejemplo, en el período que va del año 4 antes de J. C. al 1 después de J. C., momento en que la lista de los Legados en Siria, que poseemos, tiene una interrupción.

Pero el 4 antes de J. C. no es el 8; luego hay que admitir otro empadronamiento, además del que figura en el mármol de Ancyra (Ankara), un empadronamiento que Quirinio ordenaría especialmente para sus administrados: lo cual no tiene nada de inverosímil, pues la administración romana gustaba de la precisión en las cosas y caía gustosa en el papeleo.

MamolAnkara

El Evangelio llamaría «el primero» a este empadronamiento para distinguirlo de otro que había tenido lugar diez años después de la muerte de Herodes y del que nos hablan los Hechos de los Apóstoles y Josefo. Pero eso no da una coincidencia absoluta con la fecha que cabe establecer con respecto a la muerte de Herodes.

Puede decirse que Jesús nació entre —8 y — 4, probablemente en — 6. Por otra parte, esta incertidumbre tiene muy mínima importancia por lo que a su vida se refiere, desde el momento en que se admite que el texto de San Lucas «de unos treinta años de edad» (III, 23) debe entenderse en sentido amplio.

En cuanto al día mismo del nacimiento, que hoy toda la tierra fija en el 25 de diciembre, resulta de una simple tradición.

En el siglo 111, Clemente de Alejandría abogaba por el 19 de abril; proponíase también el 29 de mayo y el 28 de marzo; en Oriente se admitió durante mucho tiempo el 6 de enero; y solamente hacia el 350 fué cuando nuestra fecha tradicional pareció la mejor fundada.

Algunos pensaron que podía tener alguna relación con la fiesta del dios Mitra, o del «sol invencible» situada en concordancia con el solsticio de invierno, según el calendario romano.

Se conocen muchos casos en que la liturgia cristiana utilizó antiguas fiestas paganas, dentro de sus perspectivas. El Papa Gregorio Magno aconsejó a los misioneros que envió a los bretones que «bautizasen los usos y los lugares venerados por los idólatras».

Nuestras hogueras de San Juan y nuestra fiesta de Todos los Santos tienen análogos orígenes.

Consagrada así por la conmemoración del nacimiento divino, la fecha del 25 de diciembre ya no evocó al dios persa, al toro inmolado, ni siquiera al sol que recobra su vigor con las fuerzas de la noche, sino a ese otro astro de quien dijo Malaquías: «Sobre los que teméis mi nombre, se elevará el sol de justicia» (IV, 2).

PALESTINAJesus

FUENTES: "JESUS EN SU TIEMPO", 1953, Daniel Rops (Henri Petiot, 1901-1965)

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