LA CONFIRMACION: CATEQUESIS N°11, EN LA CONFIRMACION DIOS Y EL HOMBRE SE COMUNICAN POR SIGNOS

Religión y Filosofía21 de septiembre de 2023 A. C. Hualde
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OBJETIVOS

Los signos de los sacramentos son su mejor catequesis. En la confirmación hay que cuidar: el ambiente festivo, la presencia del Obispo, la presencia del cirio pascual, el abrazo o beso de paz. 

Pero principalmente la imposición de manos y la unción. El objetivo de la unción es una invitación a dar testimonio de Cristo. Sin olvidar nunca, que Cristo, cristiano, significa ungido. 

Y la imposición de manos signo de la protección divina. Dios signos como para recordar toda una vida.

1.  EL LENGUAJE DE LOS RITOS

En el lenguaje humano, los símbolos y los ritos son necesarios para expresar ideas y para celebrar aquello que significan. Muchas veces nos vemos obligados a recurrir a los símbolos para expresar lo que sentimos. Un ramo de flores lo utilizamos como expresión de nuestro amor,  y en cuántas ocasiones representan más que un discurso. En la celebraciones litúrgicas no tenemos por qué prescindir de ellos. 

En la Iglesia cabalgamos a veces un poco a contrapelo. Cuando en las reuniones juveniles se quema incienso, y se adornan las paredes y se revisten exóticamente, los cristianos hemos optado por aventar el incienso  y las flores y los vestidos litúrgicos. Nunca nos lanzamos a la cabeza del tren, preferimos viajar en el último vagón.

La Iglesia continúa manteniendo el lenguaje de los ritos para sus celebraciones de los sacramentos. Su lenguaje conserva el más puro sabor de la primitiva Iglesia y sobre todo impide la materialización de los sacramentos. 

Repasemos los ritos de la confirmación.

Los dos signos principales de la Confirmación, los que más hay que cuidar pastoralmente, son la imposición de manos y la unción.

a)  imposición de manos

Es un gesto particularmente expresivo en la liturgia y en la tradición cristiana. Es un signo de elección divina. Rito muy usado en los comienzos de la Iglesia. En las páginas del Antiguo Testamento, 1750 años antes de Cristo, estaba muy en boga en la actuación de patriarcas y profetas.

Esta primera imposición de manos no es esencial en el sacramento. La importante es la que acompaña a la unción del crisma. El Obispo primeramente hace este gesto, invocando al Espíritu con las manos en alto. Es una herencia de la tradición apostólica. Era el gesto de los Apóstoles al conferir la donación del Espíritu. "Por la imposición de las manos de ellos se hacían muchos milagros y prodigios en medio del pueblo" (Hch 5, 12).

imposición manos

"El confirmando:
actualiza la fe baustismal,
acepta personalmente las experiencias
de esa fe,
invoca el donde del Espíritu,
pide ser incorporado más plenamente
a la Iglesia,
se compromete más responsablemente
a su acción misionera".

b)  Unción con el crisma o crismación

Este  es el verdadero signo del Sacramento, y juntamente con la fórmula, el rio esencial de la confirmación. En este momento preciso se transmite el Espíritu Santo. Para trazar la cruz se utiliza aceite de olivo, consagrado por el Obispo en la misa crismal del Jueves Santo, en la que se registra una de las mayores solemnidades litúrgicas. 

Testigos de ella son la comunidad y el presbiterio en pleno. "El sacramento de la confirmación se confiere por la unción con el crisma en la frente, que se hace por medio de la imposición de manos y al que acompañan las palabras: N., recibe el sello del don del Espíritu Santo".

"En la unción con el crisma y en las palabras que le acompañan se significa claramente el don del Espíritu Santo. El bautizado, al ser sellado con óleo perfumado por el Obispo, recibe un carácter indeleble, el sello del Señor, al mismo tiempo que el don del Espíritu, lo cual configura más perfectamente a Cristo y le da la gracia para difundir entre los hombres el buen olor de Cristo".

El aceite, símbolo antiquísimo, significa el buen olor de Cristo. Así como Cristo hizo sentir la presencia del Padre en medio de los hombres, el cristiano debe ser el indicador de la presencia de Cristo entre los hombres.

"Los efectos saludables del aceite están en la base de este signo sacramental. El aceite, base de todos los masajes y perfumes cosméticos que utilizamos en la vida normal, tiene ventajas evidentes: penetra en la piel, da frescor y suavidad, perfuma, es medicina que protege del sol o de las quemaduras, mantiene los músculos en forma, alivia del mal y del cansancio, alimenta la luz de las lámparas.

Ya desde muy antiguo, y muy especial entre los judíos, el masaje de estos óleos adquirió, además de su uso para la vida deportiva o para las enfermedades, un sentido religioso. Cuando una persona era elegida para una misión importante, para la que necesitaba a la vez fortaleza, plenitud de forma y ayuda del Espíritu de Dios, se hacia sobre el signo de la unción. Así Samuel ungió a David como rey (1 Sam 16), Moisés a Aarón como sacerdote (Ex 29) y Elías a su discípulo Eliseo como profeta (1 Re 19). Cuando el profeta Isaías anunció al Mesías futuro, afirmó que sería el "ungido": que también El recibiría de Dios la unción de su Espíritu, para su misión mesiánica (Is 61,1): afirmación que el mismo Jesús recogió en su primera homilía en su pueblo de Nazaret (Lc 4) presentándose, por tanto, como el Ungido de Dios". J. Aldazábal.

Crismación

c)  La signación

Santiguarse no es ningún rito mágico.

Sencillamente tiene significación visto desde la fe. Ha sido siempre el distintivo de los cristianos y símbolo universal del amor de Dios a los hombres. Al trazarlo sobre alguien se quiere significar que Cristo tiene derecho sobre esa persona. Es como la marca de pertenencia al dueño, y signo también de reconocimiento.

Este don del Espíritu es al mismo tiempo unción y sello. Para el Apóstol Pablo, la cruz de Cristo está presente en toda la vida cristiana. Ella debe impregnar todo el mensaje de salvación. Es el signo del reino venidero de la libertad. Distintivo de los seguidores de Jesús que luchan por obrar el amor y la salvación de los hombres "con la locura de la cruz".

El signo de la unción - el masaje espiritual - se repite en varios sacramentos, con sentidos diversos. Al bautizado se le unge en el pecho y la coronilla, como signo de fortalecimiento para la lucha y de inserción en el pueblo sacerdotal que es la Iglesia. En la Unción de los enfermos el gesto se acompaña de palabras que hablan de "vigor del cuerpo", "alivio en la enfermedad" y "fuerza del Espíritu". 

A los que se ordenan de presbíteros se les ungen las manos: esas manos que luego bendecirán, acogerán, perdonarán, ofrecerán el Sacrificio Eucarístico. También en la Dedicación de las iglesias tiene su sentido.

En la Confirmación se unge la frente: como un sello del Espíritu, como un compromiso de público testimonio (no hay nada más visible que la frente) que el confirmado quiere dar de Cristo en su vida entera. La unción es un lazo de unión con el Bautismo, por una parte, y por otra, con la última "confirmación" del enfermo en su lucha contra la enfermedad.

Es un signo que habría que realizar con expresividad, de modo que ayude a todos a entender la realidad interior que contiene: ungidos por el Espíritu, impregnados por El, llenos de su fuerza y su perfume, de su suavidad y medicina. Es la realidad que hay debajo del nombre mismo de "Cristo y cristiano"; o sea, "ungido".

4.  NOMBRES Y SIMBOLOS BIBLICOS DEL ESPIRITU SANTO

El Espíritu Santo es una persona como Jesucristo, la tercera de la Trinidad Santa. Se lo denomina muy comúnmente en la liturgia y en la Biblia como Paráclito, vocablo griego que significa "llamar cabe sí, llamar para pedir consejo, llamar para ser socorrido o para defender, rogar, invocar, invitar de un modo apremiante. En consecuencia, Paráclito, es aquel a quien uno llama en su auxilio. Por lo tanto, el abogado, el defensor, el intercesor" (L. Bonilla).

Otros nombres bíblicos del Espíritu Santo:

Espíritu de adopción (Rm 8, 15).
Espíritu de Dios y de Cristo (Rm 8, 9).
Espíritu de gracia (Hb 10, 29).
Espíritu del Hijo de Dios (Gá 4, 6).
Espíritu del Padre (Mt 10, 20; Ef 3, 15).
Espíritu de promisión (Ef 1, 13).
Espíritu de revelación (Ef 1, 13).
Espíritu de sabiduría (1 Co 12, 8).
Espíritu de santificación (Rm, 1, 4).
Espíritu de verdad (Jn 16, 7).

Los símbolos bíblicos más comunes que hacen referencia al Espíritu son: el agua, aliento, crisma, fuego, paloma, soplo o viento.

Agua: signo de purificación.
Alieno: símbolo de lo íntimo donde habita.
Crisma: aceite perfumado, símbolo del buen olor de Cristo.
Fuego: simbolizado en el amor que nos transforma.
Paloma: desde el diluvio símbolo de la paz.
Soplo: al soplar dijo: Recibid el Espíritu Santo. 
Viento: es el motor de nuestra vida.

5.  EL OBISPO, SUCESOR DE LOS APOSTOLES NOS DA EL ESPIRITU

Jesucristo confirió a los Apóstoles la misión de ser sus representantes cualificados en el servicio del pueblo de Dios con estas palabras:

"Yo les digo: todo lo que aten en la tierra, el cielo lo considerará atado y todo lo que desaten en la tierra, será tenido en el cielo como desatado" (Mt 18, 18).

Su misión específica se puede resumir en tres palabras "dirigir, enseñar y administrar los signos del Reino".

Los Apóstoles, según documentos del Nuevo Testamento, confiaron sus poderes a sus sucesores y colaboradores. San Pablo en carta a Tito escribe: 

"Te dejé en Creta para que acabases de organizar lo que falta y pusieras presbíteros en todas las ciudades, de acuerdo con mis instrucciones" (Tt 1, 5).

Los presbíteros eran los pastores que los Obispos proponían a las comunidades que estaban ya constituidas, para pastorearlas. Antes de morir los apóstoles cuidaban ya su rebaño, como legítimos sucesores de su pastor.

El papel del Obispo es el de dar a Cristo a su grey. Ellos son los verdaderos pastores de su rebaño, con los mismos poderes de los Apóstoles. Son los enviados por Dios a la comunidad. Únicamente ellos pueden trasmitir sus poderes a sus sucesores. En el día de su consagración, tres Obispos imponen sus manos sobre el elegido, para significar la universalidad de la Iglesia. De este modo, como reza el catecismo, "el rito de la consagración conserva en la función el carácter de misión que le viene de Cristo".

El personaje central de la consagración es el Obispo, pastor verdadero de toda la diócesis. Es además vínculo de unión de todos los cristianos de la comunidad a la que preside. El párroco o equipo de sacerdotes la representan y le sirven. La figura del Obispo, a partir del Vaticano II se ha convertido en la de un verdadero pastor, atento siempre a ayudar a la ovejas de su grey.

ACTIVIDADES

El lenguaje de los signos

Objetivo:  

Llevarlo a un toma de conciencia del significado de los signos.

Material necesario:

Sobre una mesa se colocan todos los símbolos del Sacramento: Crisma, cruz, mitra, báculo, manos.

crisma mitra baculo cruz

Preguntas:

¿Qué usos tiene el aceite?

¿De qué está formado?

Hablan ordenadamente.

La cruz: ¿de qué esta hecha? ¿Por quien y para qué? 

El báculo, la mitra, ¿Qué significado conservan?

Interiorización.

¿Por qué creen que la Iglesia los ha escogido como signos?

¿Qué significado les ha querido dar la Iglesia?

Reflexión en grupo.

Iluminación:

El coordinador presenta el valor de estos signos.

Les habla de Cristo: se hizo signo de salvación. Signo de Dios.

Los signos nos ayudan a vivir la fe.

Oración:

Lectura bíblica: Jn 6, 1-2

Canto: 

Himno al Espíritu Santo.

 * * *

Antonio C. Hualde, "La Confirmación", Sacramentos del Espíritu, 15 Catequesis Juveniles. Colombia, 1984

 

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