¡!! Qué divino País el nuestro ¡!!
Diariamente surgen nombres de ciertos “ periodistas “ e incluso “ dirigentes gremiales “ que hacen efectiva su pertenencia de siempre al conglomerado izquierdista, integrándose a una u otra corriente del mismo. El lector podrá interrogarse al respecto del entrecomillado de ambas actividades, al comienzo destacadas. El mismo no es otra cosa que la particular percepción personal que ambas nos sugieren, y en tal caso bueno es destacarlo de esa manera. Hemos sostenido con recurrente reiteración que el periodismo en general, ha perdido una de las condiciones que hacen a profesión de tal magnitud. Trascendencia y consecuencias además. Que no es otra que la credibilidad , nada más ni nada menos. Y esa credibilidad a que aludimos se ha visto permanentemente desvirtuada, por actores de largas trayectorias en los medios, fundamentalmente y a partir de que la instancia comicial de octubre próximo se acerca. Parecería que el descaro los superó , pero sobre todo sus afinidades ideológicas con el izquierdismo vernáculo, inocultable ciertamente, vencieron sus particulares reticencias, si es que alguna vez las poseyeron y sus respectivos ingresos al mismo ya son hechos reales, definitivos. Es decir no hicieron más que legalizar una postura que les fue inherente. Pero más allá de eso comprobaciones exactas de sus accionares engañosos, falaces. Rotundamente mentirosos, aunque a la gente parecería no interesarles conductas de por sí absolutamente cuestionables.
Consecuentemente siempre utilizada su actividad como trampolín para satisfacción de sus inocultables aspiraciones políticas. Que pueden ser entendibles, pero no precisamente a través del desempeño de tareas en el ámbito de la prensa o desde jera5rquías gremiales. Supuestamente desempeñadas para bregar por conquistas para sus pares, es decir los trabajadores. Al nombre de Blanca Rodríguez, se agregan ahora el de Iliana da Silva, además de la dirigente gremial Elbia Pereira. Cuando uno observa el hecho de ambas ciudadanas haciendo publica su integración al Frente Amplio, no hacen más que ratificar conductas, que no originan nada especial. Simplemente se asume como la consecuencia de una postura política ideológica indesmentida, pero subrepticiamente oculta. Falazmente digamos, pero que seguramente no podía seguir ocultándose. Era tan grandemente notoria que no podían los actores nombrados, seguir transitando ese camino de solapado engaño. Ya la periodista conocida, Sra. Rodríguez, que comenzando su excelsa carrera política logró el ingreso de una hija a la Intendencia montevideana, seguramente por riguroso concurso, y con un salario mensual que atento a lo trascendido, alcanza cifras bastante fuera de lo común. Que seguramente su innata capacidad ameritará. La periodista de marras se integró al MLN Tupamaros. Dejando en claro, desde el inicio de su nueva actividad, que sus concepciones en cuanto a lo que hace a valores inherentes a la mayoría ciudadana como lo son Libertad y Democracia, están sumamente acotados o simplemente son inexistentes. Lo dijimos y lo reiteramos con el énfasis absoluto que el hecho amerita. El grupo político al que se incorporó intentó derrocar a un gobierno legítimamente electo por la mayoría poblacional. Por la insensatez de las armas además. Y por si alguien lo olvida, o padece de mala memoria, fue el mismo grupo desaforados que enlutó el cielo nacional. Asaltando, robando, secuestrando, matando, asesinando. “ Legándonos “ más de una década de afrentosa dictadura militar. Desconocemos y poco importan los destinos sectoriales políticos de la periodista y la dirigente gremial antes nombradas. Lo que importa, lo que trasciende es la absoluta falacia de ambas conductas. Una posándola de periodista, pero ciertamente su profesión al hacerla funcional a una fuerza política, al margen de cual ella sea, se ve claramente desmerecida. Y su independencia inexistente. Por añadidura la condición sine qua non de tan señera actividad, como lo es la credibilidad resulta esfuminada con creces.
En cuanto a la ahora ex dirigente gremial, todos y cada uno de los uruguayos tenemos el derecho a dudar, con abundamientos argumentales sólidos, de la real motivación del ejercicio de su personal actividad. Que dado su ingreso a la actividad política partidaria no hace más que ratificar en los hechos, su clara e indesmentida pertenencia desde siempre además, al conglomerado izquierdista. En consecuencia poseemos el exacto convencimiento que el ejercicio de su cargo. Que la mentada defensa de sus pares, supuestamente, los trabajadores tenía un objetivo personal que no era otro que el ocupar un cargo electivo en el antes nombrado. Poco disimulada conducta por otra parte, durante su actuación gremial precisamente. Por lo cual su actitud presente es nada más que la ratificación de una conducta. Que seguramente quienes la apoyaron para que los representara. Y fundamentalmente fuera vocera de sus obreros reclamos, observará su actitud con ojos al menos de cierta duda respecto a la sinceridad de su proceder en su específica actividad gremial. Que a la vista de lo sucedido termina siendo el medio utilizado para satisfacer sus inocultables apetencias políticas. Estas tres ciudadanas subirán a las distintas tribunas partidarias que el Frente Amplio despliegue en el País. Seguramente harán allí las promesas de rigor, plantearan proyectos, pergeñaran futuro, cumpliendo con su exclusivo rol político actual. Y en tal caso se cuidarán muy bien de explicitar las falacias indesmentidas de sus profesionales vidas. Las mismas que durante años desplegaron, sin mayores rispideces Periodistas unos, gremialista la otra, pero todas ellas inmersas en una misma y común forma de proceder, la utilización descarada de sus fuentes laborales para posibilitar su actividad política. Transitando un cami no en que el engaño, la mentira y la falacia fueron hilos conductores. Simplemente resta saber cómo harán para dar razón a sus procederes y sobre todo, generar credibilidad. Aunque en este País, en este impredecible Uruguay la política es capaz e generar las mayores contradicciones y posibilita la aparición de personajes, que en última instancia constituyen la más clara evidencia de que las mayorías no siempre tienen razón. Y que en ocasiones se equivocan en forma generalizada. Lo cual implica una afectación a todo el País. A todos y cada uno de los compatriotas. Que no sea esta una de esas ocasiones. . . . . . . .
Herman Vespa.