A luchar por el futuro.
Resulta evidente que la campaña política, al margen de lo personalmente supuesto, no ha alcanzado siquiera ribetes mínimamente ponderables, atento a la trascendencia del evento. O en última instancia acordes a lo que implican las elecciones del próximo octubre. En las que el País elige su futuro para el próximo quinquenio Lo que no es poca cosa ciertamente. Lógicamente que este estado de situación no surge por generación espontánea, por el contrario ha incidido en el mismo grande, decisivamente la no realización de debates entre las fórmulas presidenciales. La negativa del conglomerado izquierdista de posibilitar una instancia como la aludida. Y en tal caso el presidenciable Yamandu Orsi, totalmente acorde con lo dispuesto por su fuerza patrocinante, le ha negado a la ciudadanía el legítimo derecho de esta a escuchar al mismo. Y fundamentalmente poder acceder a sus respectivos planes de gobierno y en función de la credibilidad de ellos optar electoralmente. Históricamente no hay registros de una situación de este tipo. Es más se trata de algo desconocido en el ámbito político nacional. Que un partido político determine que su candidato a dirigir los destinos nacionales no pueda, esté impedido de debatir con su contrincante ocasional, puede generar lecturas diversas.
Aunque la inmediata y lógica que inicialmente se deduce es que la resolución de la fuerza política de pertenencia del citado anteriormente, sea la mencionada está significando una pérdida de confianza notoria en la capacidad confrontativa de su candidato. De su calidad argumentativa y fundamentalmente se ponen en absoluta duda, sus posibilidades de entablar un ámbito de debate más o menos aceptable. Es decir el Frente Amplio promueve un ciudadano a la más alta jerarquía republicana, a sabiendas de estar haciéndolo con un hombre cuyas limitaciones, de toda índole además, son abrumadoramente ostensibles. Demostradas en todo momento, sobre todo cuando la prensa le somete a entrevistas comunes a toda figura política con aspiraciones como las suyas. En las mismas queda evidenciada su desconocimiento generalizado de escenarios que involucran al País. Su incapacidad para definir claramente su posicionamiento político en los más diversos aspectos del quehacer nacional y también internacional. Y esa manera confusa de intentar argumentos que carecen de sustento alguno e incluso y en muchos casos se tornan absolutamente fuera de contexto, y dejan en el circunstancial interlocutor la exacta sensación de estar ante un ciudadano con carencias intelectuales tan pronunciadas, que hacen realmente inentendible su postulación. Más aún a quienes le apoyan.
El Frente Amplio fiel a su trayectoria caracterizada siempre por una inocultable falta de patriotismo, encabeza su fórmula presidencial con un ciudadano al que se le impide debatir, como primera exigencia. Dejando la sensación más evidente de estar reconociendo públicamente sus enormes falencias. A pesar de ello lo promueve a la Presidencia de la República, con lo cual se traslada a la opinión pública y sobre todo a sus propios adherentes la oscura responsabilidad de optar por un individuo al cual ni su propia fuerza política le tiene la confianza mínima siquiera. Y si alguien posee dudas al respecto, la realidad de la política nacional no admite dos opiniones al respecto. Yamandú Orsi no es ni por asomo el postulante que pueda ofrecer al País la certeza mínima de un gobierno como la Nación amerita, requiere. Que tampoco sugiere futuro y consecuentemente su postulación únicamente puede entenderse, desde su tupamara ideología, devenido en aventajado alumno del matrimonio Mujica Topolansky. Que es lo mismos decir, junto al partido comunista, quienes ostentan la mayoría absoluta del conglomerado izquierdista. En función de ese su origen político partidario. De las fuerzas que mayoritariamente dirigen al antes nombrado y naturalmente de la propia esencia política del aludido Orsi, no se aprecian elementos algunos que nos hagan suponer apego elemental a valores que como Libertad y Democracia, resultan inherentes a la mayoría poblacional. O al menos uno posee la esperanza de que así sea. En ese terreno de dudas, de suspicacias, y fundamentalmente de falta de credibilidad, que surgen toda vez que la fórmula Orsi-Cosse se explaya públicamente. El que ambos sigan sosteniendo por ejemplo, que en Venezuela no existe una dictadura. pauta sin temor a equívocos qué puede aguardar el País con gente de tales percepciones gobernándolo. O de otro modo qué futuro avizorar, cuando se reitera tamaña barbaridad.
En la gente y en su capacidad de raciocinio está en desechar a postulantes de esa estatura moral. El futuro de hijos, nietos y el más sagradamente inconmensurable, del País, está en la voluntad electoral de la gente. Las sagradas urnas serán testigos inviolables y supremos de esa, su libérrima voluntad. Y al abrirlas los sufragios dirán al mundo qué Nación queremos y pergeñamos los uruguayos.
.
Herman Vespa.