"No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los echan a perder, y donde los ladrones socavan y roban."

"Mejor amontonad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcoma los echan a perder, y donde los ladrones no socavan ni roban."

"Porque donde este tu tesoro allí está también tu corazón." (Mt 6, 19-21)

Humanos somos, y como todos tenemos nuestra temporada de lluvias y tormentas. Parece que perdemos el rumbo, el camino, y no esta claro el destino al que apuntamos. Descreemos de nosotros mismos, de los demás, de los amigos, las injusticias nos rodean.
Pero una luz, o luces al final del túnel, abren esperanza en retomar la alegría. Esas luces, esa fé, son los tesoros que menciona Mateo. El recuerdo atesorado, de las buenas acciones, de los aciertos desinteresado que llevamos acumulados. También el recuerdo de los desatinos, de los errores, reconocidos como tales, aprendizajes para no repetir lo mismo.
Con fé en Dios si, pero sobre con fé en nosotros mismos, saldremos adelante!