La columna de Herman Vespa
Militar, militar es la consigna ineludible de la coalición gobernante
Al Directorio del Viejo Partido de la Nación hay que decirle, entre otras cosas, que por
ejemplo la adhesión notoria del interior de la Republica al Partido Nacional estuvo basada
en factores diversos. Sin embargo, hay uno que tal vez jamás se dimensiono exactamente.
Y se trata de la apertura de locales partidarios en uno y otro barrio de cada uno de los pueblos y ciudades. En cada rincón del País, hasta los de menos pobladores. Ellos eran lugares de reuniones, centros de convocatorias, citadina y fundamentalmente de irradiación de historia partidaria. De esa rica e intransferible historia que la fundadora
colectividad legitima, orgullosamente ostenta. Y es frustrante que sus autoridades hayan descuidado aspecto de tan crucial trascendencia. Maxime cuando él tuvo y habrá de tener en el futuro electoral de la histórica divisa y consecuentemente del País todo., incidencia clave. Y aunque parezca efímero el espacio que nos separa de la contienda comicial de octubre, no sería descabellado intentar retornar a acciones que tanto significaron. Al fin y al cabo, la peor gestión es la que no se hace. El Partido Nacional debe retornar a sus
raíces y está a la que hacemos referencia es una de las seguramente menos valorizadas,
pero cuya significación nadie en su sano juicio puede negar.
En las elecciones de octubre del presente año cuando además de elegir el gobierno que habrá de conducir los destinos
nacionales por el próximo periodo, se estará optando por destinos futuros que observan
dos conductas disimiles. Absolutamente disimiles. Por un lado, la coalición gobernante, absolutamente democrática e imbuida de valores que hacen a la más puras y genuinas
tradiciones del ser nacional. E integrada por ciudadanos que han hecho de la defensa de
valores como la libertad y Democracia, razones vitales de sus actuaciones político-
partidarias. A su frente en calidad de fuerza opositora el Frente Amplio. Que en la
actualidad con amplias mayorías de comunistas y tupamaros en su cúpula dirigencial.
Consecuentemente dominado por fuerzas políticas muy ajenas a los valores antes
referenciados. Por el contrario, cercanas siempre a ideologías absolutamente reñidas con los mismos. E incluso con el ánimo siempre dispuesto a destruirlos, representan un claro peligro para la institucionalidad democrática inclusive. Y esto que la gran prensa omite, ignora, o simplemente con perfiles ideológicos similares, en forma deliberada no menciona debe decirse sin ambages, con plena convicción. El próximo acto comicial definirá el Uruguay que la mayoría poblacional pergeña. Y todas las elucubraciones que al respecto puedan hacerse estarán acordes a lo expresado por esos mismos medios hasta
el presente. Es decir, seguirán ocultando la esencia antidemocrática del Frente Amplio, a sabiendas de estar haciéndolo con mala fe manifiesta y solapadas mentiras. Dejando al
desnudo su total falta de imparcialidad y lógicamente la equidistancia imprescindible de toda ideología política, en este caso. Que además debieran observar rigurosamente, para ejercer una profesión de tanto predicamento e influencia ciudadana.
Ante este panorama que se avizora para la próxima contienda electoral, se hace necesario todos los partidos integrantes de la coalición agoten su inventiva para logra llevar a feliz término sus
proyectos. Dentro de los cuales se inscribe poner en práctica aquella modesta idea sin
duda, con que comenzábamos el presente. Al margen de ello el gobierno, es decir la
coalición, poseen la facultad intrínseca de exhibir logros. De mostrar efectivos
cumplimientos en todos los órdenes de la actividad nacional. Con números y cifras que
avalan lo mucho hasta ahora logrado, luego de recibir un País con enormes carencias,
fruto de quince años de malos gobiernos del conglomerado izquierdista. El gobierno tiene
certezas, realidades, cumplimientos y en ese escenario debe salir a recorrer el Pais para
decir sus verdades. Esas que la oposición no puede siquiera intentar desmentir. Aunque
impulsada por su izquierdismo mayoritario se haya dedicado durante todo el periodo de
gobierno actual a impedir. Poner palos en la rueda y hacer hasta lo imposible para
oponerse irracionalmente, además, a todo lo que de aquel proviniera. En actitud que
únicamente merece calificativos de antipatriótica, enemiga del País.
El mismo antipatriotismo demostrado, en clara evidencia, cuando se observan sus respectivas posturas, comunicados, posiciones al respecto de los sucesos de Venezuela. Todos factores conducentes en un mismo sentido, compartir lo allí sucedido, apoyando con fricción casi la dictadura de Maduro. Una vergüenza, una auténtica vergüenza nacional de un izquierdismo, de un Frente Amplio que con antecedentes tales pretenden ser opción de gobierno. Algo difícilmente imaginable, salvo que sus apoyos electorales sueñen con un
Uruguay similar a Cuba o Venezuela. Donde la Libertad y la Democracia se esfuminaron
definitivamente. Donde además la pobreza campea, las carencias de todo tipo atosigan a los pueblos hermanos de ambas naciones. En tanto la inflación alcanza niveles jamás
conocidos a nivel mundial incluso. La libertad individual no existe, la inseguridad jurídica
destruye inocentes vidas y la represión brutal completa la obra devastadora de gobiernos
inmorales, dictatoriales. Ahítos de poder, irrespetuoso de familias y hogares. Enemigos viscerales de la vida. Son los mismos a los que el izquierdismo vernáculo no titubea en
apoyar. A pie juntillas además y, por si fuera poco.
Herman Vespa.
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