Columnistas Herman Vespa 23 de agosto de 2024

La columna de Herman Vespa

Los plebiscitos de octubre.

Cuando las elecciones de octubre se lleven a cabo, el pueblo uruguayo deberá ejercer libérrimamente su voluntad. En ese sagrado instante, personal e intransferible tendrá que decidir por el ciudadano que regirá los destinos el País por el próximo período, pero además por los dos plebiscitos puestos a consideración. Uno el de la Reforma de la Seguridad Social, que aprobó este gobierno. Que entre normas aumenta la edad jubilatoria de los 60 a los 65 años. Extremo absolutamente lógico e imprescindible cuando son muchos más las personas en condiciones de acceder a los beneficios jubilatorios, que jóvenes trabajando. Y naturalmente si dicho escenario no sufre modificaciones como las aprobadas, las consecuencias serían nefastas. Tanto que seguramente el sistema colapsaría irremediablemente. Por otra parte y esto también debe decirse, desde mucho tiempo atrás, desde los gobiernos de Mujica y Vázquez se aludía a dicha reforma. Se insistía en su imprescindibilidad, en la. necesidad imperiosa de llevarla a cabo. Sin embargo, no se procedió atento a la gravedad de lo sabido, por lo que todas las premoniciones terminaron siendo simples expresiones de deseo.

El temor a la pérdida de votos pudo más que la gravedad de lo que se avecinaba, y en ese camino de fenomenal desidia, a partir de izquierdistas ideologías se omitió actuar atento a como el problema lo sugería y que connotados referentes del propio  Frente Amplio incluso, mencionaban. El aludido problema en consecuencia se trasladó, con clara conciencia de hacerlo además, al actual gobierno. Que sin ataduras políticas de especie alguna, sin temor a la pérdida de electorado procedió a implementar dicha reforma. La que gobiernos del conglomerado ,izquierdista, con regimentadas mayorías parlamentarias, con todo a su favor ciertamente y por menores intereses políticos, dejaron que el gobierno que le sucedía se ocupara del tema, de la pesada herencia recibida. En tal sentido aprobó el proyecto de Reforma de la Seguridad Social, haciendo gala de su compromiso ineludible para con el País, para con su gente. Procediendo a su implementación en un marco indesmentible de su avanzado patriotismo. La misma que el Frente Amplio con todo a su favor reiteramos, careció de la jerarquía gubernativa y menos un esbozo siquiera de patriótica conducta para llevarla a cabo. Como sus propios predictores lo destacaban, haciendo ostensiblemente pública la necesidad imperiosa de proceder como lo ha hecho este gobierno. La otra reforma a plebiscitarse es la que posibilita los allanamientos nocturnos, a través de la modificación del artículo 11 de la Carta Magna. Que desde la Constitución de 1830 se origina y se redactó como sigue :  “ El hogar es un sagrado inviolable. De noche nadie podrá ingresar en él sin consentimiento de su jefe, y de día, solo de orden expresa de Juez competente, por escrito y en los casos determinados por las Ley “ .

Atendiendo al presente y a situaciones dadas favorecedoras grandemente del accionar delictivo nocturno además, la Coalición Republicana a propuesta del Senador Carlos Camy, procura solucionar esa carencia jurídica a través del texto siguiente: “ El hogar es un sagrado inviolable. Nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su morador o por orden expresa y fundada de Juez competente, dictada por escrito en los casos y formas establecidas por la Ley “. Naturalmente que conocida la propuesta gubernamental, el candidato tupamaro Yamandú Orsi salió al cruce inmediatamente, expresando su absoluta oposición expresando :” que se opone porque hay barrios en que siquiera se puede entrar de día.” Es decir no se puede ingresar ni aún con la mayor claridad, digamos, menos de noche según el aludido candidato. En concreto parecería hay que tolerar la impunidad y la delincuencia, y que ambas campeen en dichos lugares, sin que las autoridades puedan actuar. Calificar tales expresiones resulta tarea ciclópea porque implican una gravedad tal, que benevolentemente podemos decir sorprenden. Que este hombre pretenda dirigir los destinos nacionales, opinando de tal forma, resulta increíble. Pues se trata de la manifestación pública más exacta de la impotencia y sobre todo de la certeza de “ dejar hacer “ de un gobierno en manos de este ciudadano. Lo que implica darle todas las prerrogativas posibles a la delincuencia y sobre todo a los traficantes. Lamentable el personaje de marras, pero más lamentable todavía quienes le apoyan. Actuando concienzudamente a favor de la actividad delictiva, consecuentemente contra el País. Seguramente que los allanamientos nocturnos no representan la panacea. Tampoco que evite de plano la actividad de los traficantes fundamentalmente. Nada de eso, se trata de un arma más, que puede facilitar la actividad policial y en consecuencia limitar el accionar de esa caterva de mal vivientes. Que escudados en lo establecido en el mencionado artículo 11, amparados en él , tienen a la oscuridad de la noche como aliada indispensable para sus tropelías. Cuyo fin último no es otro que propender al descaecimiento social brutal e inevitable. Fundamentalmente en los sectores que agrupan a la juventud nacional, nada más ni nada menos.

La ciudadanía ineludiblemente debiera informarse adecuadamente y la Coalición Gobernante a su vez, ocuparse decididamente de brindar todos los elementos que permitan al votante saber a ciencia cierta la significación trascendente de su personal opción electora, en la instancia próxima de octubre. Y fundamentalmente transmitirle la significación de no apoyar lo irracionalmente elucubrado por el comunista Pit Cnt. Atendiendo a lo nefasto que su propuesta significa. Y en cuanto a la segunda opción plebiscitaria su aprobación supondría un arma más, para combatir al crimen organizado. Fundamentalmente aquella que ensombrece el escenario nacional y no es otra que lo atinente a la droga. Ante este crucial panorama reiteramos, la ciudadanía posee quizás como muy pocas veces antes, una responsabilidad mayúscula. En su decisión electoral ineludible esta el destino de la República. Y hay que decirlo con total y claro énfasis, igual convicción. Nadie, ningún compatriota puede eludir lo antes expresado, pues las urnas no sólo reflejarán su personal voluntad, sino que en función de ella, su futuro, pero sin duda el de sus hijos y nietos. De todos sus descendientes en suma, de sus más grandes y enormes afectos.   .   .     .     .  

                          
Herman Vespa.