La columna de Herman Vespa
Cuando mantener silencio puede parecer aceptación
La aparición en la política nacional de la ex conductora del espacio informativo de un canal televisivo montevideano, parece haberse transformado en hito. Naturalmente no esta en este aprendiz de escriba, ser partícipe de tal extremo. Por el contrario, la mención al caso de la Sra. Blanca Rodríguez que de ella se trata precisamente, transita otros caminos. Va por otros senderos, los mismos que los capitostes de la prensa “ especializada “ omiten caminar,. Impulsados en su accionar por claras coincidencias ideológicas con la nombrada y por añadidura con el izquierdismo vernáculo. Permanente, constantemente desde este mismo generoso espacio hemos sostenido enfáticamente nuestra personal y fundamentada convicción de estar siendo testigos privilegiados del actuar de una prensa, fundamentalmente capitalina claramente parcial.
Indisimuladamente parcial agregaríamos, que no tiene pruritos mayores en tratar de disimular siquiera, su solapada correspondencia para con el Frente Amplio. A gustos y paciencia de las autoridades que uno supone tendrá, cada órgano de prensa donde estos falaces periodistas cumplen funciones. Al margen de la calidad de los mismos, escrito, radial o televisivo. En todos y cada uno de dichos sectores pululan los proclives a dicho conglomerado. Aunque bueno es traerlo a colación, hacerlo saber, muchos muy bien se guardan de actuar en consecuencia. En cuanto al caso motivo del presente comencemos diciendo, que nada extraño tiene el mismo. Por más que la fuerza de izquierda en general y el sector que encabezan Mujica Cordano y Topolansky particularmente, lo hayan querido transformar en evento crucial. En acontecimiento casi. Lógicamente y en tal caso dejan en evidencia carecer de la estatura política que conlleva decir la verdad. La auténtica verdad que no es otra que la integración total y absoluta a un sector específico de la corriente de su pertenencia. Con el agregado especial si se quiere, de su diaria y publica comparecencia en los espacios informativos de canal diez. Lo que no ha sido óbice para el desarrollo de sus concepciones ideológicas. Con perspicaz manera de premeditado ocultamiento, con estudiada postura, pero que de una u otra forma se exteriorizaban. Quedaban demasiado claramente evidenciadas. Por otra parte su aparición en compañía de referentes del MLN Tupamaros, daban certeza de su comunión con el mismo. Acrecentado ello por sus demostraciones de efusividad hacia el propio líder arriba nombrado. Hasta ahí toda la parafernalia instalada por el Frente Amplio , referido a la periodista en cuestión. Sin duda alguna este episodio no se reduce a lo antes expresado. Merece otras consideraciones lógicas, fundadas y surgidas espontáneamente de la realidad de los hechos, que marcan de manera contundente que la aludida expresa su concordancia política ideológica con un sector cuyo líder, pese a quien pese, duela a quien duela no es otro que José Mujica Cordano, acompañado por su esposa Lucía Topolansky. Es decir los mismos que, por la fuerza de las armas, en la década infame, intentaron derrocar a un gobierno legítimamente electo por el libérrimo voto ciudadano mayoritario. Que en su locura subversiva no trepidaron en robar, asaltar, secuestrar, matar e incluso asesinar. Además de mantener cautivos en espacios infrahumanos a seres humanos cuyo único y exclusivo delito fue el de ser percibidos como potenciales enemigos de estos delincuentes. Porque eso fueron y no otra cosa, como ciertos tergiversadores de la Historia nos han querido hacer creer. Mintiendo groseramente y lo peor, con conciencia plena de estar haciéndola.
Estos subversivos, para quien esto escribe , delincuentes de la peor laya, nos “ legaron “ más de diez años de dictadura militar. Y que pese a sus desaforadas y criminales barbaries contaron con la soberbia grandeza de un histórico y enorme oriental que fue Wilson Ferreira Aldunate, para apoyar aquella Ley de Amnistía. Favorecedora de esta clase de esta clase de “ personajes “ y que hiciera posible su libertad. Y todavía hay quienes en este País poseen el tupé de fustigar semejante demostración de inconmensurable patriotismo, de aquel inolvidable uruguayo. Ultimo caudillo de la fundadora colectividad del “ gaucho alzao del cordobés “ Lo cierto, lo real es que la periodista de marras se plegó sin más ciertamente. Con toda la alharaca a la que el conglomerado de su pertenencia de siempre además, es capaz de originar. Ello nos lleva a concluir, sin demasiado esfuerzo además, que su apego a valores inherentes a la mayoría de los uruguayos como son Libertad y Democracia, no solo no se divisan en demasía. Es más no son en nada compatibles con el sector elegido para su ingreso a la actividad política y definitiva orientación política sectorial. Porque en este Uruguay que amamos con sagrada pasión nadie, en su sano juicio, puede decir que el espacio político de su opción posee siquiera el mínimo apego a valores como los antes referidos. Su historial, su oscuro historial para mayor abundamiento si es posible, posee un punto de inflexión indesmentible: el haber intentado por la insensatez de las armas destituir a un gobierno absolutamente legitimado por la voluntad popular. Las consecuencias de su irracionalidad le significaron a la Nación reiteramos, más de una década de dictadura militar. De afrenta institucional, de vergüenza internacional. De muertos, de desaparecidos que todos los extremismos, régimenes de oprobio en suma originan. A esos desaforados se integró la Sra. Blanca Rodríguez. Allá ella con su opción. Que además nos expone otra de sus personales facetas. El desempeño de su larga actividad periodística fue propicio para dejar al desnudo que en el mismo no poseyó la jerarquía que se le quiere adjudicar. Sus inocultables afectos políticos transformaron tan digna profesión en una más de las tantas engañosas conductoras que parecerían casi inherentes a la misma. Y deja claramente expuesto que a ella le faltó algo imprescindible en todo periodista que se precie : equidistancia, imparcialidad, neutralidad y fundamentalmente la superior virtud de generar credibilidad. La misma que dicha ciudadana no ameritó en demasía durante el largo período de ejercicio de su actividad, y que definitivamente se esfuminó cuando optó por el MLN Tupamaros . . . .
Herman Vespa.
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