Religión y Filosofía Por: Pablo Thomasset 17 de mayo de 2024

José Gervasio Artigas y "LA CONVERSACION CONSIGO MISMO": Capítulo XI - Parte 2 de 4

José Gervasio Artigas y "LA CONVERSACIÓN CONSIGO MISMO":  Capítulo XI - Parte 2 de 4

La Música, por ejemplo, ha herido nuestros oídos  y nuestra imaginación, nos hemos dejado vencer del primor de algún Maestro, nos sentimos absortos, y ya hemos concebido la idea de abandonarnos a esta arte. 

Si no tenemos cuidado de velar sobre el esfuerzo que estas impresiones pueden hacer en nuestro espíritu, no estimaremos ya sino el talento de los músicos. En tal caso, tomado absolutamente este partido, todos los días tendremos clavados los ojos en notas, toda la armonía del universo nos parecerá menos hermosa que el mas infeliz concierto.

Dado que después reconozcamos nuestra ilusión, el dominio que ha habrá adquirido sobre nosotros, supeditará cualquiera reflexión. No pensaremos que, si es permitido tener una idea de la música, es fuera de toda razón aplicar toda el alma a ella, y fijar todos sus pensamientos sobre un simple instrumento, y no tener ya oídos sino para óperas, arias y tonadillas. 

¡A donde no irán nuestros sentidos como arrastrados, al oír dulces conciertos en un soberbio palacio, en el que por todas partes brilla el esmalte y el oro, en el que la armonía y la profusión de los festines concurren igualmente a exhalar el imperio del placer y la afeminación!

Entonces se siente nuestro corazón víctima de nuestros oídos y de nuestros ojos, y como fuera de nosotros, revolotear sobre tantos objetos encantadores. 

Ya se transforma en todo lo que le llama la atención, y ya se apresura a beber ansiosa-mente el deleite. Pero oigo que la razón le grita: prestemos atención a sus voces, y conseguiremos la victoria.

Inmediatamente la razón nos hace ver una multitud de disgustos y zozobras que roen las entrañas de los habitantes del palacio, y un vacío formidable que los ha desnudado de todas las virtudes, al mismo tiempo que ha vestido sus salas de espejos y exquisitas colgaduras.

¡Oh que dicha! entonces recobramos un corazón que por su extravío e inconstancia, iba a precipitarnos en un abismo de peligros.

El hombre que siempre ha de velar sobre sus sentidos, debe también desconfiar de su imaginación, y fortalecer, digámonos así, aquel parte débil de sí mismo, para defender el resto de la plaza.

Tenemos la ventaja de que nuestra alma no puede ser conmovida sin sentirlo, porque siempre esté sobre sí, tiene tiempo de examinar.

El movimiento de los espíritus animales es una voz que grita, "que va el enemigo". Esto no sucederá a la verdad durante la emoción que debe juzgar el espíritu: su función es detenerle antes de toda reflexión: el grande arte consiste en hacerlo con sagacidad y prudencia.

¿Cuantas veces sucede que la imaginación a fuerza de querer hacer resistencia contra aluna ilusión, se abandona mas a ella?

Hemos visto personas que por último cayeron en violentas tentaciones, por haberse obstinado en rechazarlas con demasiado calor, a embates del espíritu. Un enemigo nunca se muestra mas inflamado que cuando se fomenta mas su furor: la indiferencia o frialdad es a veces el mejor medio de aplacarle.

Algún regreso casi insensible hacia un objeto desprende al alma del mal que la aficionaba, y que quizá la hubiera arrastrado.

Se divierte la atención de un placer momentáneo, dice Malebranche, con la idea de la eternidad; este contraste inopinado de dos objetos tan contrarios, forma una especie de rebulsion en los espíritus, y en toda la máquina.

Si hay cuidado de no separar jamas estos dos pensamientos, no se sentirán ya en el interior ciertas impresiones del mal, y se hallarán al mismo tiempo medios oportunos para deshacerlas: es preciso, por decirlo así, bombear al alma, y saldrá de ella con que extinguir el fuego de las pasiones.

Pero ignoramos los socorros que tenemos interiormente, por negligencia en no usar de ellos, así como los moradores de las ciudades andan diariamente sobre fuentes de aguas vivas que corren por las entrañas de la tierra, sin saber aprovecharse de ellas: se dejan abrumar de los calores del sol, y no trabajan en templarlos, sacando un remedio que les ofrece la naturaleza.

Podemos decir al intento, que la pasiones son aquellos domésticos que hacen el papel de nuestros enemigos.

"Inimici donesticu ejus". La mejor inteligencia que se puede tener con ellas, nunca ha de hacernos olvidar, que pueden hacerse nuestros tiranos, Esta desgracia sucede con bastante frecuencia luego que el alma les permite una cierta familiaridad. Nadie puede negar que su comercio es seductor y engañoso; porque los sentidos saben disfrazarse de mil modos diferentes: ya se muestran tímidos, no atreviéndose a regular su rumbo sino sobre la rectitud de nuestra intención: ya nos adormecen con referencias agradables de lo que han oído, o por una perspectiva que desatendimos, y ellos tienen la sagacidad de representarla.

* * *

"LA CONVERSACIÓN CONSIGO MISMO" por el Marques Caracciolo (1719-1802),

"La conversation avec soi-même" escrito en 1753,  "Conversations with Myself" 
Traducida del francés al castellano por Don Francisco Mariano Nifo, MADRID, AÑO DE 1817,

DESCARGA DEL LIBRO:  https://archive.org/download/la-conversacion-consigo-mismo-marques-de-caracciolo/46641_LaConversacionConsigoMismox_compressed.pdf

José Gervasio Artigas poseyó esta edición española publicada en Madrid en 1817, en su 11ª impresión, realizada en la imprenta de Francisco de la Parte. Diaria lectura de Artigas, nuestro prócer, en su exilio en el Paraguay en la Quinta de Ibiray.

 

 

Te puede interesar

¿Quién fue San Juan y por qué el 24 de junio celebramos la noche de las hogueras?

La famosa noche de San Juan, donde saltar hogueras a la orilla del mar se convierte en un ritual de purificación y petición de deseos, procede de la cristianización de la fiesta pagana celebrada en honor al sol en el solsticio de verano.

"Crecer es biologico, evolucionar es una opción" - Alejandra Forlán -

Alejandra Forlán: "Tengo un montón de cosas que no puedo hacer, pero a la mañana cuando me levanto agradezco estar viva". "No me pregunto ¿porque me paso?, sino ¿para que me paso?". La psicóloga habló con Alejandro Fantino sobre el accidente que le cambió la vida y sobre su proyecto de escribir un libro.

José Gervasio Artigas y "LA CONVERSACION CONSIGO MISMO": Capítulo X - Parte 1 de 5

"Pues pensar que hemos de entrar en el cielo, y no entrar en nosotros, conociéndonos, y considerando nuestra miseria, y lo que debemos a Dios, y pidiéndolo muchas veces misericordia, es desatino" - Santa Teresa de Jesús, 1578 -